Los Semáforos de la conciencia situacional
Si dispusiéramos de una máquina del tiempo y fuéramos capaces de traer a una persona de épocas pasadas a nuestros días, probablemente no sería capaz de adivinar qué es un semáforo, ni para qué sirve, y si tuviera que utilizar ese complejo código de tres colores mediante ensayo/error, pondría en riesgo su vida.
Pero lo cierto es que la conciencia situacional sirve para enseñarnos para qué sirven los semáforos y lo que significa cada uno de sus colores, principalmente el amarillo.
Todos sabemos que cuando se enciende la luz amarilla te queda cierto tiempo antes de que se ponga en rojo, igual que todos sabemos que después del amarillo: SIEMPRE, SIEMPRE SIEMPRE llega el rojo. Con lo cual si tenemos esta información y vamos con nuestro vehículo y el semáforo que tenemos a pocos metros delante de nosotros cambia de verde a amarillo, podemos «tomar decisiones».
Aceleraré antes de que se ponga en rojo, o iré disminuyendo la velocidad para frenar antes de sobrepasarlo, sin necesitar una frenada en seco y que me dé un latigazo cervical tanto a mi como a mis acompañantes.
Si en mi entorno conozco los semáforos amarillos de las agresiones seré capaz de tomar decisiones adecuadas para abandonar el escenario hostil antes de que el conflicto comience.
Asimilar la información
Las primeras clases en la autoescuela eran un verdadero estrés atendiendo a miles de estímulos y factores externos: intermitentes de los otros vehículos, líneas en el asfalto, señales horizontales y verticales, viandantes que se acercan a cebreados sin saber si cruzarán o no, etc. Más todos los factores internos del vehículo como: las revoluciones y las marchas, o los espejos por citar solo algunos.
Sin embargo con la práctica, esos indicativos se integran por parte del conductor y la tarea de desplazarse con el coche no es un acto estresante ni traumático.
Del mismo modo, atender a los semáforos de la conciencia situacional, tal vez al principio puede parecer demasiado angustiante, sin embargo una vez se integra se puede llevar a las rutinas del día a día sin tener que modificar prácticamente nada de nuestra vida más que la conciencia de nuestro entorno.
Aquellos que argumentan que mejor no tener esta conciencia por el miedo al estrés, la hipervigilancia, incluso la paranoia, quienes educamos en la conciencia situacional lo entendemos justo al contrario, igual que me pongo el cinturón de seguridad y conduzco tranquilo sin estar angustiado creyendo que voy a morir solo por el hecho de llevar el cinturón, puedo ser consciente de mi entorno de forma relajada y con la tranquilidad que me aporta el saber lo que tengo que hacer para tener plena seguridad propia y de mis acompañantes.
Saber qué hacer antes de cruzar una calle y educar a tus hijos en hacerlo correctamente no debe ser un hecho estresante, sino al contrario, que te aporte tranquilidad pues sabes que difícilmente seréis atropellados.
Los semáforos Amarillos
En conciencia situacional observaremos tres semáforos, que usando nomencalturas del teatro llamaremos:
- Escenario
- Actores
- Protagonista
Escenario
El escenario es la toma de conciencia del entorno como estructura inerte.
¿Es una calle estrecha o ámplia? ¿Es peatonal o pasan coches? ¿Hay árboles? ¿A los lados tengo descampados o casas? ¿Hay muros pequeños que se puedan saltar? ¿Hay tiendas abiertas donde pueda refugiarme?
Si estoy en un lugar cerrado como un autobús ¿hay martillitos rompe vidrios?
En un restaurante: ¿Cuántas salidas tiene? ¿Dónde están los baños? ¿Qué disposición tienen las mesas?
No hay que pensar solo en una agresión para hacer este análisis visual en tres segundos, ¿y si hubiera un terremoto? ¿Y un incendio? ¿Y una riada? ¿Qué probabilidades de huida serían más factibles? Esa es la pregunta que debo responder tras valorar las cuestiones anteriores.
Actores
Prácticamente la totalidad de los escenarios tienen actores en el teatro de la defensa personal, y será muy importante saber que existen, dónde están, y qué andan haciendo.
Si voy con la cabeza baja y la vista fija en la pantalla de mi teléfono móvil, como poco puedo pisar una caca de perro en la acera, resbalarme, o tropezar con otro peatón o poste que haya en mi camino.
Cuantas veces oímos en televisión la entrevista a una víctima que esgrime frases del tipo:
- «Aparecieron de la nada»
- «No sé de donde salieron»
- «De repente estaba rodeado»
¿Qué personas «amarillas» hay en mi escenario? ¿Se están desplazando o están quietas? ¿Hablan entre ellas de cosas ajenas a mi o mientras hablan no me pierden de vista? ¿Se aproximan a mi mientras me miran o simplemente nuestros caminos se cruzan sin más?
¿Hay otras personas en el entorno? ¿Personas neutras que puedan intervenir aunque sea como observadores o como avisadores a policías? ¿Personas de ayuda como profesionales de la seguridad uniformados en las cercanías?
¿Los sujetos «amarillos» cómo van vestidos? ¿Llevan ropa y calzado que les permite correr tras de mí si comienzo la huida? ¿Llevan objetos en sus manos o tienen objetos en las cercanías que puedan usar contra mi como armas de fortuna? ¿Llevan las manos fuera de los bolsillos o las tienen ocultas en sus pantalones o cazadoras? ¿Cuántos son? ¿Van juntos o se dividen en dos grupos más pequeños? (Ojo a tu espalda porque tal vez puedan rodearte).


Protagonista
Por último debes tener conciencia sobre tu propia persona.
¿Mi vestimenta me permite correr? ¿Qué tal mi voz hoy? Si tengo afonía tal vez esté bien coger un silbato antes de salir de casa. ¿Cómo me encuentro de salud? Igual corro maratones todos los meses pero justo estoy con gripe y los mocos no me permiten respirar o me ahogo tras dos zancadas.
¿Estoy solo/a? ¿O me acompañan otras personas que dependen de mí? A no ser que tenga algún tipo de psicopatía no abandonaré a niños, pareja, o personas mayores que vengan conmigo, porque aunque pueda hacerlo físicamente mi conciencia no me lo permitiría.
¿Qué anclajes de seguridad o armas llevo conmigo? ¿Porto un spray de pimienta? ¿Un bolígrafo táctico o de metal? ¿Mis llaves están unidas por un mosquetón metálico? ¿Es un día lluvioso y llevo un paraguas largo con mástil de hierro? ¿Llevo monedas sueltas en el bolsillo que poder arrojar contra los ojos de un posible sujeto «amarillo» si decide atacarme? ¿Tengo conocimientos, y entrenamiento en defensa personal, enfrentamiento físico o deportes de combate?
Conclusión
De estos tres semáforos, dependerá mi toma de decisiones, y dependiendo de ellos deberemos marcharnos de inmediato o podremos permitirnos correr el riesgo y aguantar un poco más en ese escenario, siempre, sin llegar al «punto de no retorno» donde el conflicto físico ya no es evitable.
¿Te animas a ponerlos en práctica?