ORÍGENES HISTÓRICOS: DEL REFUGIO NUCLEAR AL Y2K
Aunque la idea de prepararse para lo peor es milenaria (baste pensar en el arca de Noé o en las despensas de invierno de nuestros abuelos), el preparacionismo moderno arraigó fuertemente en el siglo XX. Durante la Guerra Fría (décadas de 1950-60), el miedo a un conflicto nuclear global llevó a gobiernos y ciudadanos a fomentar la preparación civil. En Estados Unidos se popularizaron los refugios antinucleares caseros y campañas como «Duck and Cover» enseñaban a los niños cómo protegerse ante una explosión atómica.
También en Europa, incluida España, se construyeron búnkeres de defensa civil y se inculcó cierta mentalidad de autoprotección ante ataques. Aquella época estableció un precedente: muchas familias guardaron alimentos enlatados y agua en sótanos, marcando el inicio de un preparacionismo motivado por la geopolítica.
Con la distensión posterior, el fenómeno se atenuó, pero no desapareció. En los años 1970 y 1980 surgió en EE. UU. el movimiento survivalista, más individualista y a veces ligado a milicias rurales, alimentado por temores como la escasez petrolera o el desorden social. Revistas y libros enseñaban a sobrevivir en la naturaleza y a almacenar víveres y armas para una posible crisis económica.
Hacia el final de siglo, un evento tecnológico reavivó la llama: el temido Efecto 2000 (Y2K). La posibilidad de un fallo masivo informático al cambiar de milenio hizo que miles de personas en todo el mundo acumularan agua, alimentos y generadores antes del 1 de enero del 2000. Aunque el Y2K no causó los estragos previstos, consolidó la idea de que estar preparado no era tan descabellado.
DEL 11-S A DOOMSDAY PREPPERS: EL BOOM MEDIÁTICO
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 y las catástrofes posteriores (como el huracán Katrina en 2005) demostraron que incluso una superpotencia podía verse sobrepasada en emergencias. Esto provocó un renovado interés en la autosuficiencia.
La crisis financiera de 2008 y los desastres naturales añadieron más razones para el preparacionismo. Sin embargo, fue en la cultura popular donde el fenómeno explotó masivamente en la década de 2010. En 2012, el canal National Geographic estrenó el reality Doomsday Preppers («Preppers del fin del mundo«), que mostraba a familias preparacionistas estadounidenses y sus extravagantes preparativos. El programa fue un éxito y capitalizó lo que la crítica Mary McNamara denominó “el zeitgeist actual de miedo a un evento que lo cambie todo”. Este tipo de contenido llevó el término prepper a una audiencia global.
A la par, la ficción se plagó de narrativas postapocalípticas: la serie The Walking Dead (2010) hizo que el público general imaginase escenarios de colapso y supervivencia.
Películas de desastre y fin del mundo (ej. 2012 o World War Z) reforzaron en el imaginario colectivo la pregunta “¿estaríamos preparados si ocurriera algo así?”.
En España, sin ser un tema habitual en nuestro cine, el interés creció a través de documentales televisivos y programas de telerrealidad de supervivencia. Programas como Supervivientes o El Conquistador del Fin del Mundo acercaron técnicas de supervivencia al gran público, generando curiosidad por estos temas. Instructores locales notaron que tras cada temporada de estos shows aumentaba la inscripción a cursos de bushcraft y preparación.
PREPPERS EN LA LITERATURA Y EL CINE
El preparacionismo ha inspirado (y a la vez sido inspirado por) numerosas obras. Desde la novela «La carretera» de Cormac McCarthy (2006), que retrata la dura supervivencia de un padre e hijo en un mundo arrasado, hasta manuales de no ficción como «Guía para el apocalipsis«, los temas de supervivencia y autosuficiencia atraen a lectores preocupados por el futuro. En clave de humor, surgió «The Zombie Survival Guide» (2003) de Max Brooks, que usando la alegoría zombi da consejos reales de preparación.
En España, la literatura sobre supervivencia ha sido más técnica (manuales militares, guías de montaña), pero recientemente han emergido blogs y libros dedicados específicamente al preparacionismo.
El cine también ha incluido personajes preppers emblemáticos: en la película «Temblores» (1990, Tremors), una pareja armada hasta los dientes sobrevive a monstruos gracias a su búnker y arsenal, presentando en clave cómica el estereotipo del preparacionista rural.
En filmes más recientes, diversos personajes reflejan la mentalidad prepper, explorando su psicología y conflictos. Estas representaciones, a veces exageradas, han contribuido tanto a difundir como a distorsionar la imagen pública de los preppers.
DE LA FICCIÓN A LA REALIDAD: NORMALIZACIÓN DEL PREPPING
Los eventos del siglo XXI han borrado en gran medida la línea entre preparación extrema y prudencia cotidiana. La pandemia de COVID-19 (2020) despertó un renovado interés en estar preparado incluso entre personas que nunca se consideraron preppers.
De repente, almacenar mascarillas, aprender a hacer pan o tener un plan de cuarentena dejó de verse como algo estrafalario y pasó a ser parte de la vida de millones. Poco después, la invasión rusa de Ucrania (2022) reavivó viejos fantasmas, llevando a gobiernos a recomendar a la población que tomara precauciones.
La Unión Europea, por ejemplo, en 2023 publicó directrices para que los ciudadanos preparen suministros de emergencia para 72 horas, institucionalizando lo que antes era un consejo de nicho. Esto apunta a una normalización del preparacionismo. Lo que antaño aparecía solo en películas de catástrofes, hoy forma parte de planes oficiales de Protección Civil.
La “industria prepper” mueve unos 107.000 millones de dólares anuales a nivel mundial vendiendo desde comida liofilizada hasta búnkeres prefabricados.
En Estados Unidos se calcula que 3,7 millones de personas se identifican como preppers, y en Europa ese número crece cada año. El hecho de que solo un 15% de los europeos tenga un kit de emergencia en casa evidencia cuánto falta por extender la cultura de la prevención.
En el imaginario colectivo español, términos como “gran apagón”, “supervivencia” o “mochila de emergencia” ya no pertenecen solo a guiones de cine, sino que aparecen en las noticias y conversaciones habituales. El preparacionismo ha pasado de ser un subgénero de la ciencia ficción a convertirse en parte del sentido común ciudadano ante un futuro incierto.
Conclusión
En resumen, la evolución histórica y cultural del preparacionismo muestra un ciclo constante entre la realidad y la ficción: los eventos reales inspiran obras que popularizan la idea de prepararse; esas obras a su vez reclutan nuevas personas al movimiento; y con el tiempo, lo que era contracultural se vuelve mainstream.
Hoy, los preppers ocupan un lugar en la cultura popular como recordatorio de nuestra vulnerabilidad y resiliencia.
Como suele decirse, más vale imitar a esos protagonistas precavidos de nuestras novelas y películas favoritas que ser el personaje desprevenido cuando la realidad nos ponga a prueba.