LA “VOZ DEL TRUENO”: MITOS EN TORNO AL ESTRUENDO DE LA GUERRA

¿Puede un sonido ser una señal de guerra divina? El estruendo ha sido símbolo de fuerza, furia y anuncio de batalla. Desde dioses del trueno hasta tambores que hacían temblar la tierra, descubre el poder mítico del ruido en el combate.

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Cuando el cielo ruge y la tierra responde

El estrépito es la firma sonora de la violencia: un estampido que, desde la tormenta primigenia hasta el disparo supersónico, anuncia que algo irreparable está a punto de ocurrir. Los pueblos guerreros han explicado ­—y explotado— ese estruendo mediante deidades, ingenios y ritos encaminados a dominar la “voz del trueno”. Escucharla sin temblar, o mejor aún reproducirla a voluntad, se volvió sinónimo de supremacía táctica.

Dioses que hablan en decibelios

Thor – Escandinava

Golpe de martillo que genera truenos; protección de los clanes

Indra – India védica

Lanza el rayo vajra y conduce carros de guerra celestes

Chaac – Maya

Hacha de relámpago que rasga nubes y autoriza campañas agrícolas-bélicas

Perun – Eslava

Regula orden y juramentos mediante descargas celestes

En todos los casos, el trueno legitima la guerra: es la aclamación divina que excusa la espada humana. A nivel psicológico, externaliza la agresión: el guerrero se siente altavoz de un poder mayor y disuelve, por un instante, la culpa de herir.

Imitar al cielo: tambores, bronces y cañones

Tambores que rompen la muralla del miedo

Antes de la pólvora, los ejércitos replicaban el trueno con percusión masiva. El resonador de un taiko japonés podía oírse a casi cinco kilómetros; el batir rítmico convenía a la sincronía de arcabuceros y a la sugestión del rival.

“Truenos de mano” y bombardas

Las crónicas chinas del siglo XIII describen los eruptores de fuego (huochong), tubos de bronce que lanzaban metralla y producían un estampido “parecido al rugido de dragón”. Al llegar la bombarda europea, la metáfora quedó servida: cada pieza recibía nombres sonoros (Mons Meg, Thunderer, Dardanelles Gun) para subrayar su parentesco con la voz celeste.

Artillería moderna: decibeles de supremacía

Un obús de 155 mm genera picos sonoros de 185 dB a 1 m del tubo, muy por encima del umbral de dolor humano (120 dB) y cercano al despegue de un cohete. Estudios sobre lesiones por onda expansiva señalan que un solo disparo puede causar daño cerebral leve a personal sin protección adecuada

El trueno que enferma: del shell shock al tinnitus crónico

Durante la Gran Guerra, el diagnóstico de shell shock reveló que no hacía falta proyectil directo para quebrar la mente: bastaba la vibración continua de la artillerí.

Un siglo después, la exposición repetida a disparos y motores de combate sigue causando pérdida auditiva inducida por ruido y zumbidos persistentes. La paradoja: el sonido que intimida al enemigo también hiere al propio.

Armas sónicas: el trueno enlatado del siglo XXI

Dispositivos como el LRAD emiten haces acústicos de hasta 160 dB para disolver disturbios; pueden provocar dolor inmediato, vértigo y daño timpánico.

Casos recientes en protestas europeas y disputas diplomáticas confirman que el rugido artificial del “dios altavoz” mantiene vigencia como herramienta de dominio psicológico.

Ritos para invocar o aplacar el estruendo

Taquigrafía celeste:

Los aztecas veían aprobación militar en el primer trueno estacional; los chamanes tarascos golpeaban barriles huecos para “llamar al rayo”.

Silencio estratégico:

Los espartanos empezaban el ataque al alba, cuando la atmósfera es más densa y el choque de hoplones resuena como trueno terrestre.

Simulacros urbanos:

En defensa personal contemporánea se recomienda entrenar con estallidos controlados (petardos, tiros de fogueo) para amortiguar la reacción de sobresalto y preservar la motricidad fina.

Manual acústico para el practicante de defensa personal

Entrena el kiai:

un grito diafragmático supera 90 dB y “conmociona” al oponente durante 0,3 s.

Protege tus oídos:

tapones filtrantes ↓ hasta 26 dB sin anular percepción de órdenes.

Explota superficies:

un aplauso contra pared metálica multiplica la onda y desorienta a agresores en espacios cerrados.

Anticípate al ruido:

respiraciones profundas antes de la detonación reducen taquicardia refleja y preservan foco.

Epílogo atronador

Thor golpeó su martillo y se oyó la primera descarga; un artillero moderno pulsa un gatillo y reproduce la misma sentencia inapelable: el trueno decide quién avanza y quién se encoge. Entre uno y otro laten miles de años de experimentos para convertir vibraciones en poder: dioses, tambores, cañones y ondas direccionadas buscan el mismo efecto psicológico. Entender esa gramática sónica —y protegerse de ella— sigue siendo una lección vital para cualquier guerrero que pretenda sobrevivir al estrépito… y responder con su propia voz.

Bibliografía y recursos consultados

  • “Thor and Perun: Lightning-Wielding Gods of Norse and Slavic Pantheons”, Paganheim, 2024.
  • “Indra”, Encyclopaedia Britannica, 2025.
  • “Chaac”, Wikipedia, 2025.
  • “Slavic Religion”, Encyclopaedia Britannica, 2025.
  • Imperial War Museums, “Voices of the First World War: Shell Shock”, 2023.
  • Russell, D. A., “Neurological Effects of Blast Injury”, Frontiers in Neurology 2024.
  • Physicians for Human Rights, “Health Impacts of Acoustic Weapons”, 2021.
  • The Sun, “Mysterious Sonic Cannon in Belgrade”, 2025.
  • Time, “Sonic Weapons in Cuba”, 2017.
  • National Institutes of Health, “Noise-Induced Hearing Loss”, 2025.
  • “Artillery”, Wikipedia, 2025.

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