¿QUIÉN ES UN PREPPER? – PERFIL DEMOGRÁFICO
Lejos de la caricatura del «superviviente solitario en el bosque», hoy los preppers provienen de entornos diversos. Inicialmente, el prototipo solía ser el de un varón de mediana edad aficionado a la naturaleza y la vida rural. Sin embargo, en los últimos años la franja de edad y el perfil se han ampliado. Cada vez es más común ver familias enteras (padres, madres e hijos) involucradas en la preparación, así como jóvenes adultos urbanos.
Por ejemplo, en cursos de supervivencia en España actualmente asisten personas de entre 22 a 55 años con mujeres representando aproximadamente un 15% y hombres un 80% de los participantes
Esto demuestra que el preparacionismo ha dejado de ser un nicho excéntrico para atraer a un público más amplio, preocupado por la seguridad familiar. Muchos preppers son profesionales con trabajos convencionales (ingenieros, médicos, maestros) que, de puertas afuera, llevan una vida normal.
A menudo ni sus vecinos ni compañeros saben que son preparacionistas, ya que tienden a ser discretos y reservados, procurando no llamar la atención. Esa es una característica común: el prepper promedio no busca publicidad ni reconocimiento, sino estar listo en silencio.
MOTIVACIONES Y PSICOLOGÍA
Qué lleva a alguien a convertirse en prepper? Las motivaciones suelen combinar la preocupación por riesgos percibidos y un deseo de autonomía. Muchos han sido impactados por acontecimientos recientes –una pandemia, una crisis económica, una catástrofe local– que les hicieron preguntarse «¿y si no hubiera ayuda inmediata?»
El miedo, en su justa medida, actúa como detonante positivo: en lugar de paralizarlos, los impulsa a prepararse. Uno de los motores principales es la protección de la familia: garantizar la seguridad de los seres queridos ante cualquier eventualidad. Como señala un veterano prepper español, «la seguridad de uno mismo y de su familia no puede depender de la magnanimidad o disposición del Gobierno»
Es decir, la motivación central es lograr cierta independencia del sistema, no por rebeldía política, sino para no quedar desamparado si las instituciones no logran responder a tiempo. Ligado a esto está el anhelo de autosuficiencia: muchos preparacionistas disfrutan aprendiendo habilidades (huerto, bricolaje, primeros auxilios) que les den autonomía. Psicológicamente, los estudios señalan que la comunidad prepper no se adscribe a un perfil ideológico único; hay quienes se identifican con narrativas apocalípticas o desconfían profundamente de las élites, pero también hay multitud de preppers pragmáticos, sin tintes conspirativos.
En general, los mueve más la precaución que la paranoia. Prepararse les brinda una sensación de control frente a un mundo incierto, reduciendo la ansiedad que producen las crisis. Muchos describen que, una vez que comienzan a prepararse, se sienten más tranquilos al saber que tienen un plan B.
CÓMO VIVEN Y ACTÚAN LOS PREPPERS
En la vida diaria, la mayoría de preppers integran la preparación como una afición seria pero compatible con sus rutinas. Dedican parte de su tiempo libre a actividades como almacenar y rotar provisiones, practicar técnicas (hacer fuego, filtrar agua, defensa personal), entrenar condición física o asistir a cursos. Su estilo de vida tiende a la moderación y la prudencia: por ejemplo, suelen llevar un kit básico (EDC) cuando salen de casa, mantienen el depósito del coche al menos medio lleno, y establecen puntos de encuentro familiares para emergencias. Muchos adoptan también hábitos de ahorro y reducción de dependencia (instalar paneles solares, cultivar un huerto urbano, etc.), buscando resiliencia ante crisis económicas o cortes de suministros. Un rasgo destacado es la discreción: la “primera norma” no escrita de un prepper es que nadie sepa que lo es.
Por ello, evitan ostentar sus preparativos; rara vez hablarán abiertamente de sus alacenas llenas o de su equipo, salvo con otros preppers de confianza. Esta privacidad (conocida como OPSEC, seguridad operativa) la consideran crucial para que, si ocurre una crisis, no se conviertan en objetivo de saqueos o conflictos.
Al mismo tiempo, dentro de la comunidad comparten información y consejos: existe un fuerte espíritu de colaboración entre preparacionistas, intercambiando conocimientos en foros, redes sociales o quedadas discretas. Paradójicamente, aunque se preparan para sobrevivir solos, muchos preppers entienden que la cooperación con vecinos o con un grupo de afinidad puede ser vital en un escenario de colapso. Esa dualidad –independencia personal pero apoyo comunitario– forma parte de su mentalidad. En cuanto a la psicología, los preppers suelen considerarse realistas informados más que pesimistas. Manejan mejor la incertidumbre porque sienten que, pase lo que pase, algo pueden hacer al respecto.
ESTEREOTIPOS Y REALIDAD
El imaginario popular a veces pinta a los preppers como extremistas aislados o incluso milicianos paranoicos.
Si bien existe una minoría dentro del movimiento con visiones apocalípticas o conspirativas (por ejemplo, algunos difunden teorías sobre HAARP o chemtrails), la realidad mayoritaria es mucho más mundana.
La mayoría de preparacionistas son ciudadanos corrientes, informados pero críticos, que simplemente han decidido anticiparse a problemas posibles en vez de negarlos.
La cultura popular ha exagerado ciertos rasgos –por ejemplo, en programas de televisión sensacionalistas se ve a preppers construyendo búnkeres armados hasta los dientes–, lo cual contribuye al ridículo y la incomprensión.
En España, esta imagen distorsionada lleva a que muchos mantengan su afición en secreto por temor a ser tachados de “locos del fin del mundo”.
Sin embargo, el auge de emergencias reales ha ido normalizando la conversación. Cada vez más se reconoce que tener un grado de preparación no es signo de paranoia sino de responsabilidad.
Los propios preppers españoles insisten en que no esperan el apocalipsis: “No nos preparamos para un fin del mundo apocalíptico, sino para emergencias más terrenales como un terremoto, un apagón o un incendio en casa”.
En otras palabras, buscan estar listos para lo probable, no para lo fantasioso. Y llegado el caso de un desastre, es muy posible que esos vecinos discretos que nunca alardean se conviertan en figuras clave de la comunidad: aquellos que mantienen la calma, ayudan con recursos y guían a otros gracias a los conocimientos que han cultivado. En definitiva, el perfil del prepper moderno es el de una persona previsora, práctica y solidaria, que ha hecho de la preparación una filosofía de vida orientada a la supervivencia con sentido común.