Pandemias y emergencias sanitarias

La reciente pandemia de COVID-19 reveló cuán vulnerable es nuestra sociedad ante amenazas sanitarias globales. Una pandemia no solo pone en jaque la salud, sino que altera profundamente la vida cotidiana. Prepararse para emergencias sanitarias implica contar con recursos médicos, planes de contingencia y una gran fortaleza mental para sobrellevar el aislamiento y el miedo.

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LECCIONES DE UNA PANDEMIA MUNDIAL

En 2020, el mundo se detuvo por un enemigo invisible. El coronavirus SARS-CoV-2 provocó millones de enfermos y saturó sistemas de salud de países enteros. Nadie estaba realmente preparado para la escala de la crisis. Tres años después, los análisis coinciden en que “la pandemia ha resaltado la necesidad de una preparación adecuada para emergencias sanitarias”​. Desde gobiernos hasta familias, todos aprendimos a las malas que tener planes previos hubiera mitigado muchas consecuencias. Países asiáticos con cultura de máscaras y protocolos SARS previos reaccionaron mejor; otros improvisaron entre desconcierto. En España, por ejemplo, al inicio faltó equipo de protección para sanitarios y la población entró en pánico comprando masivamente ciertos productos (famosamente, el papel higiénico). Esas escenas de estantes vacíos mostraron la importancia de la calma y la previsión incluso en emergencias de naturaleza distinta a un desastre físico.

La pandemia también evidenció que una crisis sanitaria se convierte en crisis económica y social. Cuarentenas, cierre de negocios, colegios vacíos… el impacto fue mucho más allá de lo médico​. Afortunadamente, desarrollamos vacunas en tiempo récord y logramos adaptarnos con resiliencia, pero el COVID-19 no será la última pandemia que enfrentemos​. Los expertos alertan que factores como la globalización, la resistencia antimicrobiana o el cambio climático (que facilita la propagación de vectores) hacen casi seguro que en el futuro lidiaremos con nuevos patógenos emergentes. Así que la principal lección es no bajar la guardia: debemos mejorar nuestra preparación, respuesta y recuperación ante crisis de salud pública​.

KIT SANITARIO Y SUMINISTROS ESENCIALES

¿En qué consiste prepararse a nivel hogar para una emergencia sanitaria? Primero, en contar con un fondo de suministros médicos y de higiene. La pandemia demostró la importancia de disponer en casa de mascarillas de buena calidad, guantes desechables, geles hidroalcohólicos y desinfectantes. Estos ítems se agotaron en días en 2020.

Un prepper sanitario mantendrá siempre un stock razonable de tales insumos. También, termómetros (ideal tener uno digital y pilas de repuesto), oxímetro de pulso (durante COVID muchos monitorizaban la saturación de oxígeno) y un botiquín robusto con medicamentos básicos: analgésicos, antipiréticos (paracetamol, ibuprofeno), antidiarreicos, suero oral, vitaminas, y si es posible un pequeño excedente de medicamentos crónicos que alguien de la familia necesite (hipertensión, diabetes, etc.), coordinando con el médico para no interrumpir tratamientos en un confinamiento.

El agua potable es vital incluso en crisis sanitarias, especialmente si afectan suministros por falta de personal.

Además, en una pandemia podría ser peligroso salir con frecuencia, por tanto las mismas recomendaciones de despensa de 15-30 días de comida no perecedera aplican aquí.

Tener alimentos nutritivos almacenados permite alimentarse bien sin depender de supermercados abarrotados o con horario restringido.

No hay que olvidar las mascotas: si tenemos animales de compañía, su comida y cuidados deben estar previstos en nuestros planes, tanto de almacenaje de pienso como considerar quién podría cuidarlos si enfermamos gravemente.

Un elemento específico de las crisis sanitarias es el equipo de protección personal (EPP).

Además de mascarillas, conviene tener algunas gafas protectoras transparentes y quizá unas pocas batas desechables o buzos Tyvek si anticipamos una situación de contagio serio (por ejemplo, si tuviéramos que cuidar a un familiar enfermo en casa evitando contagiarnos).

Aprender a usar correctamente este EPP (colocación y retirada segura) es importante, siguiendo protocolos como los de OMS.

PLANIFICACIÓN FAMILIAR Y DISTANCIAMIENTO

Otra faceta de la preparación es establecer un plan familiar de pandemia. ¿Qué hacer si nos ordenan quedarnos en casa quince días?

Repartir responsabilidades: quién se encargará de cocinar, de limpiar y desinfectar superficies a diario, de atender a los más vulnerables de la casa. Designar un “cuarto enfermería” anticipado: un ambiente separado, bien ventilado, donde aislar a un miembro enfermo leve para que no contagie a los demás.

Durante COVID-19 muchas familias improvisaron estas zonas con éxito, atendiendo al paciente con cuidado y protecciones. Conviene tener a mano teléfonos de emergencia de referencia (médico de cabecera, centro de salud, líneas COVID) y seguir las instrucciones oficiales en cuanto a cuándo buscar ayuda hospitalaria.

Si la emergencia sanitaria es local (digamos un brote de cólera en la ciudad), evaluaremos si es más seguro bug in (refugiarse en casa evitando contacto) o bug out temporalmente a casa de familiares en otra región menos afectada.

En pandemias globales esto último no aplica porque el contagio está en todas partes. Pero en brotes focalizados, evacuar de la zona cero puede ser prudente si se hace a tiempo y sin uno mismo estar enfermo (evitando así diseminar).

HIGIENE Y LIMPIEZA EXTREMA

La defensa personal en una pandemia es sobre todo higiene. Lavarse las manos correctamente con frecuencia, algo tan simple, demostró ser un escudo fundamental contra el virus. Un hogar preparado tendrá suficiente jabón, lejía y otros limpiadores para intensificar la limpieza. También bolsas de basura resistentes para disponer seguros de materiales contaminados (pañuelos usados, guantes, etc.).

Si hubiera riesgo biológico serio, instruir a la familia a no tocarse la cara, usar mascarilla al atender a un enfermo y ventilar bien los ambientes.

Durante COVID se habló mucho de “zonas sucias y limpias” en casa: dejar zapatos fuera, desinfectar objetos comprados antes de guardarlos. Aunque algunas prácticas fueron exageradas una vez se supo más del virus, el principio de control de la contaminación es válido: limitar lo que entra del exterior potencialmente contaminado, y tener rutinas de desinfección para objetos de alto contacto (teléfonos, manillas, mesas).

SALUD MENTAL Y ENTRETENIMIENTO

Una de las lecciones más duras del confinamiento fue el impacto en la salud mental. La preparación psicológica es tan importante como la física​. Pasar semanas encerrado, con temor constante al contagio y bombardeo de noticias trágicas, puede minar la moral de cualquiera. Un buen preparacionista incorpora al kit de emergencia sanitaria elementos para el bienestar emocional: libros, juegos de mesa, quizás una tablet con películas o música descargada, cuadernos para dibujar o escribir un diario. Durante la cuarentena, muchas personas descubrieron el valor terapéutico de hobbies en casa (cocinar pan, tocar guitarra, ejercicio físico usando el salón como gimnasio). Practicar técnicas de manejo del estrés como meditación, respiración consciente o yoga, fue de gran ayuda para mantener la calma.

La comunicación con seres queridos también sostiene la moral. Por eso, garantizar que nuestros dispositivos estén cargados (y contar con baterías externas o paneles solares pequeños) nos mantendrá conectados virtualmente aunque aislados físicamente. Organizar videollamadas regulares con familiares o amigos, o en su defecto llamadas telefónicas, evita la sensación de soledad. En emergencias sanitarias, la solidaridad a distancia es crucial: verificar cómo están los abuelos u otras personas de riesgo que viven solas, coordinarse para ayudarles enviándoles insumos si no pueden salir, etc.

INFORMACIÓN Y RUMORES

En plena crisis de salud, circulan multitud de rumores, teorías conspirativas y curas milagrosas falsas. Protegerse es también filtrar la información confiable. Durante COVID, seguir las recomendaciones de fuentes oficiales (Ministerio de Sanidad, OMS) fue clave, mientras que hacer caso a bulos de redes sociales causó desde intoxicaciones (gente que bebió lejía creyendo que curaba el virus) hasta pánico innecesario. Un preparacionista mantiene pensamiento crítico y verifica datos antes de actuar. Asimismo, respeta las indicaciones sanitarias: las medidas de distanciamiento o mascarillas pueden ser incómodas, pero son una forma de defensa comunitaria. La responsabilidad individual en una pandemia salva vidas a nivel colectivo.

MÁS ALLÁ DE COVID-19

Otras emergencias sanitarias pueden incluir epidemias localizadas (ébola, dengue), incidentes de bioterrorismo (liberación deliberada de patógenos) o accidentes químicos/radiológicos que generen contaminación y requieran confinamiento. Muchas de las preparaciones se solapan: refugiarse en casa, sellar ventanas si hay agente químico fuera, usar máscaras con filtro en caso extremo. Por eso, integrar un equipo de protección NBC (nuclear, biológico, químico) sería un nivel avanzado de preparación: máscaras antigas con filtros de carbono activo, trajes impermeables, etc., aunque para la mayoría de ciudadanos no es práctico ni asequible. No obstante, conocer de qué van esas amenazas y cómo responder (por ejemplo, en un ataque radiológico: tomar pastillas de yodo para proteger la tiroides, como se sugirió distribuir en algunos países tras ataques a centrales nucleares en Ucrania) añade capas a nuestra resiliencia.

 

En conclusión, las pandemias nos recuerdan que somos tan fuertes como nuestro miembro más débil: la preparación no es solo individual sino comunitaria. Nuestra autoprotección incluye proteger a otros usando máscara o quedándonos en casa cuando estamos enfermos. La próxima emergencia sanitaria encontrará a la comunidad prepper con reservas de mascarillas, despensas llenas, libros en la estantería y ánimo templado. Porque ya sabemos que mantener la calma y estar preparados de antemano marca la diferencia entre la seguridad y la adversidad en momentos críticos​

Referencias

  • Medical Impact. (2023). Las 10 valiosas enseñanzas que nos dejó la pandemia (3 años después).
  • ISGlobal. (2022, 13 abril). ¿Qué lecciones podemos extraer de la pandemia…?
  • Human Survival. (2024, 8 junio). Crea tu Plan de Evacuación Familiar!
  • OMS. (2021). Fortalecimiento de la preparación y respuesta de la OMS frente a pandemias. (Informe A74/9). Ginebra: Organización Mundial de la Salud.

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