El valor de mirarse por dentro: descubrir las propias emociones para ser mejor policía

En la vida profesional de un policía hay retos que no siempre se ven a simple vista. Más allá del uniforme, el reglamento y la autoridad, late una realidad invisible: la de las emociones que sentimos, las que gestionamos bien… y las que a veces nos superan justo cuando más lo necesitamos. Quizá por eso el libro “Comunicación no verbal policial 2: Gestión emocional y conductas violentas”, ha dado tanto que hablar en las comisarías y academias de nuestro país. Y es que invita a un viaje tan incómodo como necesario: el autodescubrimiento emocional.

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La emoción también patrulla contigo.

Ser policía significa intervenir en situaciones límite, todo el mundo lo sabe. Pero ¿estamos realmente preparados para lidiar con nuestras emociones cada día?

La mayoría de policías reconoce que le falta formación para gestionar sus propias emociones en la calle. Y es que, aunque domines técnicas y leyes, si no entiendes por qué reacciones como reaccionas, te expones más de la cuenta al desgaste y la frustración.

Nadie nace sabiendo cómo funciona su propio “termostato emocional” y, menos aún, cómo regularlo ante la hostilidad o la violencia.

Mirarse hacia dentro, reconocer el peso del ego, entender de dónde sale esa rabia que a veces asoma en una intervención, o qué te deja agotado cuando terminas un turno complicado… Es duro, pero es esencial.

El crecimiento profesional empieza por ahí: por dejar de ver las emociones como un enemigo y empezar a verlas como un recurso.

La comunicación que no se dice, pero todo el mundo entiende.

Hay un lenguaje que pocas veces falla: el del cuerpo, el de las miradas, el de la tensión en la voz. La comunicación no verbal es protagonista y, ciertamente, marca la diferencia en la calle.

Aprender a interpretar los gestos, la postura o los cambios de tono (propios y ajenos) puede ser lo que salve una situación de
la violencia, o evite un error que pese después.

Si eres policía, sabes lo fácil que es perder de vista tu propio lenguaje corporal bajo presión. Pero también sabes que los gestos, una invasión de la distancia personal, o una mirada desafiante de quien tienes enfrente pueden anunciar problemas antes de que exploten.

Aprender a observar –y a observarse– es una habilidad que se entrena. Y es una de las claves para intervenir con más seguridad, menos conflicto y mayor autoridad legítima.

Estrategias desde el “yo” al servicio

Pautas de higiene emocional y comunicativa:

  • Grábate en intervenciones cuando puedas, y date el permiso de observarte sin juzgarte, para detectar puntos a mejorar en tu forma de comunicar y gestionar lo que sientes.
  • Sé crítico con tu propio ego: cuando te habla más el orgullo que la razón, es fácil caer en respuestas defensivas poco productivas.
  • Practica la escucha real, sin interrumpir, y cuida el tono incluso (y especialmente) en los momentos de máxima tensión.
  • Aprende a diferenciar cuándo vale la pena razonar con un ciudadano (y cuándo es mejor esperar a que baje la emoción).
  • Toma en cuenta lo que te dice el cuerpo del otro: un gesto, un cambio de postura, un contacto visual insistente… pueden ser valiosos indicadores no verbales de lo que va a pasar.

Una Policía más humana, una profesión más sostenible

Todo lo anterior no es teoría ni discurso motivacional: es autocuidado. Es salud mental. El policía que aprende a leer sus emociones, que se conoce y se autorregula, no solo está más preparado para intervenir con seguridad y humanidad. También se protege del desgaste y evita caer en el temido “burnout” que tanto daño hace a la profesión y a la persona.

En definitiva, el gran cambio al que apunto en mi libro es el de pasar del policía que reacciona, al policía que responde con conciencia. La excelencia, dice, se multiplica cuando uno se atreve a cambiar por dentro y deja de ver las emociones como obstáculo para empezar a verlas como un pilar clave en la
eficacia y la dignidad profesional.

Porque, como dice Marcel Proust, “si tú cambias, todo cambia”.

El auténtico liderazgo policial empieza con el autodescubrimiento y encuentra su razón de ser en ese lenguaje silencioso –el de la comunicación no verbal– que sostiene el trabajo bien hecho día tras día.

JUAN GONZÁLEZ MORENO

Caporal Guardia Urbana de Reus – Especialista en Comunicación No Verbal (CNV)

Juan González Moreno es miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en activo desde 2007, desempeñando funciones relacionadas con la seguridad ciudadana, la investigación de delitos y la protección de personas y patrimonio.

Ha impartido cursos y conferencias desde 2014 sobre comunicación no verbal y análisis de conducta humana, dirigidos a cuerpos policiales de España y otros países, colaborando con instituciones nacionales e internacionales, universidades y organismos públicos. Su labor formativa ha tenido un impacto en cuerpos policiales como Guardia Civil, CNP, Mossos d’Esquadra, Policías Locales, Policía Nacional de Colombia, PDI Chile, Policía Argentina y Policía Nacional de Egipto, así como en la Oficina de Naciones Unidas y universidades españolas.

Es un referente nacional e internacional en formación policial especializada, con docencia práctica en comunicación, interrogatorio y gestión emocional.

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