El uso de armas improvisadas acompaña a la humanidad desde la antigüedad. Mucho antes de la estandarización de armas formales, las personas utilizaban objetos cotidianos —palos, piedras, herramientas, ropa— para defenderse o sobrevivir.
En la defensa personal moderna, esta disciplina ha tomado relevancia por su aplicabilidad inmediata en escenarios urbanos, donde un objeto a mano puede marcar la diferencia en segundos.
Las armas improvisadas se dividen en tres categorías prácticas:
• impacto: botellas de plástico, paraguas, mochila, palo, linterna
• flexibles: cinturón, bufanda, chaqueta, bolsa
• defensa pasiva: mochila como escudo, libro, carpeta, tapa de cubo
Sistemas como los combatives, las artes filipinas, la defensa urbana y formaciones policiales incorporan el uso contextual de objetos improvisados por su eficacia real y su accesibilidad legal.