La intervención operativa surge como una disciplina profesional dentro de cuerpos policiales y de seguridad para gestionar incidentes que requieren actuación inmediata y controlada: detenciones, entradas controladas, conflictos activos, protección de terceros y situaciones de riesgo elevado. A partir del siglo XX, unidades especializadas desarrollan protocolos basados en el análisis táctico, la gestión del estrés, la coordinación en equipo y la aplicación proporcional de la fuerza. Con el tiempo se extiende a la seguridad privada y a la formación civil avanzada, incorporando técnicas procedentes de lucha, CQB sin armas, defensas policiales, control de masas, engrilletamiento y comunicación operativa. Su fin es intervenir con seguridad, eficacia y legalidad.