La lucha libre profesional surge a finales del siglo XIX y principios del XX combinando elementos de lucha tradicional con un formato escénico y teatralizado orientado al entretenimiento. Aunque sus combates son coreografiados, el entrenamiento es altamente técnico: acrobacias, caídas, controles y proyecciones que exigen precisión, fuerza y coordinación. En un contexto formativo —como el que contempla COEDPI— se trabaja la base física, la seguridad en caídas, la biomecánica y la preparación corporal, sin centrarse en el aspecto de espectáculo. Se utiliza como disciplina técnica para desarrollar capacidades atléticas, expresivas y de control del cuerpo.