El uso de sprays de defensa (OC, gel, espuma o CS) se integra progresivamente en los protocolos de autoprotección y seguridad profesional desde finales del siglo XX. Su popularidad aumenta por su capacidad disuasoria, su carácter no letal y su efectividad ante agresiones inminentes, siempre dentro de un marco legal claro. La disciplina del uso táctico se centra en principios operativos como: distancia de seguridad, orientación, precisión, viento/entorno, tiempos de reacción y protocolos posteriores (huida, control, comunicación). En España, su uso está regulado y limitado para civiles y profesionales, por lo que esta formación incluye normativa vigente, proporcionalidad y responsabilidad legal.