Por Ángeles Martín
A menudo, como maestros, nos preguntamos si lo que hacemos por los niños es suficiente, si
hemos inculcado nuestros conocimientos de la manera correcta, si podemos hacer más por
ellos o si hemos dejado huella en nuestros alumnos. ¿Hemos ayudado a que crean en sí
mismos? ¿Hemos promovido su conocimiento? ¿Hemos desarrollado sus capacidades? Todos
tenemos habilidades y potencialidades que es necesario impulsar desde la infancia, tanto en el
ámbito familiar como en el educativo.
La práctica educativa es una parte muy importante del desarrollo educativo, concretamente,
en las artes marciales se fomenta el respeto, la disciplina, la concentración, el control de las
emociones, el compañerismo…, todos ellos son valores esenciales para el desarrollo integral de
todos los niños.
Cada vez son más los casos de niños que tienen unas necesidades diferentes, como Trastorno
de Especto Autista (TEA), Trastorno de déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), síndrome
de Down, etc.
¿Todos ellos pueden participar en una clase de artes marciales?
La respuesta es sí. Y es importante recalcar que no todas las necesidades son iguales o se
manifiestan del mismo modo en los niños. Por lo tanto, y teniendo en cuenta que cada niño es
diferente, no a todos los niños se les enseña de la misma forma. Citando a Ignacio Estrada, (si
un niño no puede aprender de la manera en que le enseñamos, quizás debamos enseñar de la
manera en que él aprende)
Según establece la legislación española, en la Ley Orgánica 3/2020 del 29 de diciembre, por la
que se modifica la Ley Orgánica 2/2007, de 3 de mayo, de educación, ha de ponerse un
esencial énfasis en garantizar la inclusión educativa en la atención personalizada, en la
prevención de dificultades de aprendizajes y en la puesta en práctica de mecanismos de
refuerzo tan pronto como se detecten dificultades.
¿Cómo podemos mejorar la atención personalizada de estos alumnos?
Como he mencionado anteriormente, no todas las necesidades son iguales o se manifiestan de
la misma manera. Justamente por eso, hay que adecuar nuestras exigencias a cada alumno,
compartiendo pautas generales que sirven para ayudar a todos ellos. Para ello, puede ser útil
tener en cuenta los siguientes puntos:
- Motivación. Una de las principales labores de un docente es motivar a sus alumnos,
enseñarles que son capaces de mejorar su desempeño en cualquier tarea que se propongan,
por supuesto, adaptada a las necesidades y características de cada niño, de esta forma,
conseguiremos fomentar la autoestima de nuestros alumnos, del mismo modo que la
aceptación y el auto concepto. - Respetar los tiempos. No todos los alumnos pueden mantener la atención durante el mismo
periodo de tiempo. En mi experiencia trabajando con niños que tienen TDAH o TEA, he
observado que es esencial permitirles tener tiempos de juegos, momentos en los que su
mente descansa de la actividad que estemos haciendo, del mismo modo que deben tener
momentos donde participan como el resto alumnos. - Exponer la planificación previa de la clase. Para algunos niños con necesidades especiales, la
anticipación es muy importante, ya que les ayuda a mantener una rutina, a procesar mejor la
información que se va a realizar con ellos durante la clase, a no estresarse… Y lo hacemos
dedicando unos minutos antes de cada clase, hablando con ellos y explicándoles a través de
pictogramas, la estructura del día. - Controlar los distractores. Para favorecer la concentración y el seguimiento de la clase es
adecuado, en la medida en la que se pueda dependiendo del lugar donde se impartan las
clases, mantener alejado de los niños cualquier potencial distractor, como pueden ser las
colchonetas, los bancos o material propio de la clase de psicomotricidad, en caso de dar la
clase en ese lugar. - Dar una sola orden de manera clara y concisa. Al hablar con los niños, a veces damos varias
órdenes encadenadas para que los alumnos las realicen, sin embargo, es más adecuado dar
una sola orden, pues puede resultar confuso para ellos el recibir más de una, logrando, de este
modo, que no se lleve a cabo ninguna actividad provocando una gran frustración tanto en el
niño como en el maestro. - Acompañamiento de pictogramas. Para alcanzar una inclusión óptima, se puede utilizar la
metodología de pictogramas. A este efecto, y gracias a la colaboración de la plataforma
ARASAAC, desarrollé el temario de un arte marcial, Taekwondo, hasta el cinturón negro primer
dan, para que pudieran adquirir conocimientos del mismo modo que los adquieren sus
compañeros, con resultados muy positivos.
Todo ello, requiere una adaptación del profesor para los alumnos con necesidades especiales y
diferentes, y aunque al principio pueda parecer algo complicado, merece la pena ver el brillo
de sus ojos la satisfacción de haber alcanzado lo que querían; merece la pena comprobar que
con tesón, con empeño y con ilusión favorecemos su crecimiento y su integración.
Y en este sentido me gustaría compartir la enorme satisfacción que conllevan los resultados
positivos, ya no solo para mí, como docente, y para mis compañeros, sino para el resto de los
alumnos, con los que ha compartido todo, con los que, en algunos casos, ha aprendido a
relacionarse, y sobre todo para los propios niños y sus familias, pues, en algunos casos, ni
siquiera ellas, estaban seguras de que sus hijos pudieran aprender algo, no porque dudasen de
las clases o de las personas que las imparten, sino porque estaban demasiado acostumbrados
a que sus hijos abandonaran las tareas emprendidas antes de consolidarlas.
Todas las personas de un conjunto somos piezas de un puzle y no podemos prescindir de
ninguna de ellas. Como decía el poeta León Felipe, (porque no importa llegar solo, ni pronto,
sino llegar con todos y a tiempo). Y esto es lo que han hecho los alumnos a los que me refiero
en nuestras clases de Taekwondo han sido capaces de demostrar los conocimientos
aprendidos y han alcanzado los mínimos exigidos a cualquier alumno.
Ángeles Martín. Maestra de Educación Infantil, Graduada en Educación Primaria con mención
en Pedagogía Terapéutica y Monitora de Taekwondo.